VANITAS (I)


Dante Gabriel Rossetti
Lady Lilith (1866-1868)
Delaware Art Museum, Wilmington
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Narra un Midrás del siglo XII que Lilith fue la primera mujer de Adán, creada de inmundicias y excrementos. Ella nunca quiso someterse a él y, tras intentar Adán obligarla por la fuerza, Lilith pronunció el nombre mágico de Dios, se alzó en el aire y abandonó el Edén para unirse a los demonios y engendrar una estirpe demoníaca. Posiblemente, en el sustrato de Lilith tengamos elementos de alguna divinidad de origen asirio-babilónico (Lilitu o Lilú), asociada a los vientos, las aves nocturnas y las fieras. Lilith simboliza a la mujer que no se atiene a la autoridad patriarcal por ser la primera en rebelarse no solo contra contra el hombre sino contra el mismo Dios. A su alrededor se ha ido gestando la imagen de una perversa entidad femenina que, en el silencio y la oscuridad de la noche, se dedica a asesinar niños recién nacidos y a seducir hombres de débil moral.
Modelo por excelencia de la femme fatal, Lilith supo fascinar a Baudelaire, quien le destina unos versos en sus Flores del mal; fue también inspiración para la seductora Clarimonde de Théophine Gautier; compartió los vampíricos instintos de la Sarah de Rémy de Gourmont y le concedió reptiles ademanes a la Venus de las pieles de Sacher-Masoch.
Pero la Lady Lilith de Rossetti está basada en los Poems and Ballads (1866) de su amigo Swinburne, en la Lilith descrita en el Fausto de Goethe y, por supuesto, en la Lamia (1820) y la Belle Dame sans Merci (1820) de Keats. La hermosa dama sin piedad, mujer-sierpe de gran belleza que esconde la sombra en su interior, que seduce a los hombres con el único propósito de destruirlos. El lienzo nos presenta a una hermosa Lilith peinándose los rojizos cabellos -un claro motivo erótico- mientras se contempla vanidosa en un espejo con una mirada indolente y distante. Al fondo, un tocador sugiere que estamos en una estancia muy privada, el dormitorio. La rodean unas rosas. Se aprecia una atmósfera de voluptuosidad no exenta de turbación. El rasgo seductor viene dado por el déshabillé que ofrece al espectador el blanquísimo escote. Rossetti ha reunido en este lienzo dos importantes tópicos: el de la VANITAS, por el espejo, el tocador, las rosas y el cabello, y el de la AMADA CRUEL, que nos muestra unos encantos para nosotros inaccesibles. Es, pues, la "New Woman", la "Modern Lilith", como él mismo la llamó, la Nueva Lilith en la que se concentran la engañosa belleza, su poder aniquilador, pero también su futilidad.