SUBLIMES (II)


Dante Gabriel Rossetti
A Vision of Fiammetta (1878)
Colección de Lord Andrew Lloyd-Webber
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La amada de Giovanni Boccaccio responde al nombre de Fiammetta (quizá Maria d' Aquino, hija de Roberto de Anjou, a quien conoce en Nápoles. Diminituvo de fiamma ("llama"), evoca el fuego del amor y los encendidos celos. Análoga a las amadas de Dante y Petrarca en cuanto al estatuto literario se refiere, Fiammetta, no obstante, se aleja considerablemente de ellas: mientras Beatriz representa el alma o el espíritu elevado y Laura, la armonía o el equilibrio entre alma y cuerpo, Fiammetta será, para Boccaccio, todo cuerpo. Sin embargo, no han faltado estudiosos que, como Vittore Branca, han negado la existencia de Fiammetta, reduciéndola a una imagen creada por el propio Boccaccio.
Fiammetta aparece en varias obras del italiano, bien como personaje, bien como musa inspiradora: el Ficolo (1338), la Teseida (1339-1340), la alegoría Amorosa Visión o el Decamerón (1349-1351), donde gobierna sobre la quinta jornada, la dedicada a los amantes que, tras grandes infortunios, consiguen la felicidad. Pero es en la Elegia di Madonna Fiammetta (1343-1344), obra de gran proyección en la España del XVI y con notables influencias grecolatinas (en especial, Ovidio y Séneca) que hacen de ella una obra con marcado acento prerrenacentista, donde Fiammetta está más presente, pues ella relata en primera persona su enamoramiento del joven Pánfilo, a quien conoce en una misa, estando ella casada. Fiammetta lamenta haber caído en las trampas de Amor, pues le provoca más desdicha que placidez, y prefiere la muerte a verse alejada de su amante. Un bello discurso narrativo, introspectivo y evocativo que constituye un precedente de la novela moderna, ya que Fiammetta comparte con el auditorio femenino el malestar que sufre (furor), su desamparo y decepción.
Rossetti se encontró con Fiammetta al traducir tres sonetos de Boccaccio en su Early Italian Poets (1861). En el lienzo predominan diversas tonalidades de color rojizo en el cabello hermosamente recogido, en los carnosos labios, en el vestido, el pájaro y las flores del manzano, que sugieren la asociación con el fuego de su nombre, así como la estación del año en que el italiano vio por primera vez a Fiammetta, enmarcada por un fondo vegetal. En su muñeca apreciamos un brazalete de oro con un corazón. Todos estos elementos reunidos en el cuadro no hacen sino sugerir la renovación periódica del amor.